En todas las épocas de la historia de la humanidad, el concepto del alma ha sido enfrentado bajo distintos puntos de vista, cada visión aporta lo que su contexto admite por evolución y desarrollo. Fueron los espirituales y los religiosos los que se atrevieron a darle cabida y a abrirle paso desde lo conceptual, después, los filósofos e incluso, hoy en día los psicólogos, abrazan un concepto del Alma que reconocen como parte del ser humano. Cada civilización y cada cultura han utilizado conceptos diferentes, formas de expresarla e incluso algunas la han personificado. No obstante, el alma es una idea que requiere de comprensión reflexiva e interiorización para poder sentirla. Para entenderla con la razón, se requiere la observación de todo aquello que mueve dentro de uno. Las ciencias encargadas del comportamiento: antropología, pedagogía, ciencias políticas, psiquiatría, psicología, criminología y sociología, han buscado el nexo de unión entre lo que se hace, se siente y se piensa, elementos que coinciden en todos los estudios realizados como la clave de lo que busca, por qué y para qué tiene sentido el alma, cuál es su misión, su motivo, donde está reflejada en una vida, en un sentir interno. El Alma no es más que un anhelo inconcluso de cualquier persona que busca darle sentido a su vida. Nadie ha podido hasta hoy definirla de forma concreta. Yo tampoco podré hacerlo, pero, intentaré ayudar a aquellas personas que por su carácter lógico y racional van al encuentro de su propia petición interna. En estas líneas no se pretende desmentir el concepto generalizado del alma, pero se pretende dar cabida a una nueva forma de entenderla, dándonos con esto, la posibilidad de asumir la responsabilidad que nos atañe, ante nosotros mismos y ante nuestro entorno. No obstante, sabemos que la expresión se ha coloquializado y la palabra se utiliza en muchos contextos diferentes, siendo todos, al final, una propia conclusión común de una idea más allá de la lógica que incluye el proceso del sentirse en armonía, paz y orden. Podemos oír sobre la inmortalidad del Alma e interpretar el propio miedo escondido hacia la desaparición total del ser humano en su finitud. Podemos hablar del Alma como guía interna que nos va marcando el camino haciéndonos ver lo que nos conviene o no. Podemos sentir que hay una intuición más allá de lo racional que nos da paz en algún momento y nos saca del caos interno que generamos tras los conflictos. Podemos leer, escuchar sobre el Alma y su poder de transformar, pero, también podemos ser el Alma de una fiesta o ponerle Alma a un proyecto, expresiones como: “Alma mía”, “Alma de cántaro”, “Alma en pena”, etc. Todos podríamos definir el concepto del Alma y adaptarlo a la experiencia de cada uno, porque, al final, cada uno entiende la suya a su manera. En cada ser humano existe una posibilidad de Alma en función a lo que le ha tocado vivir, cada persona tiene sus procesos biológicos, psicológicos, socioculturales y todos ellos, unidos, le dan la conclusión espiritual que le da sentido al Alma. La suma de todo esto se da dentro de cada ser humano, somos el cúmulo de nuestra historia personal en función al entorno que nos ha tocado vivir, dándole cabida a todos aquellos que han formado parte de nosotros, tanto a un nivel más íntimo y personal como a un nivel más colectivo y social. Somos la suma de todo lo que nos hemos creído y todo lo que se han creído los demás, de todo aquello que hemos hecho y que han hecho los demás, de lo que hemos sentido y lo que han sentido los demás. En definitiva, sentir que el Alma es una parte de nosotros es incluir la idea de que, nosotros somos parte también de lo que nos ha hecho así, por ello, por el principio de reciprocidad, somos parte de un Alma que, a muchos niveles, crece abarcando una individualidad y un colectivo, pieza de un fractal que siempre asume una definición evolutiva y un solo nombre con distintas perspectivas.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
AutorLucía Cambra Archivos
Febrero 2020
Categorías |